Mi segundo
hijo recientemente entró a la escuela. Es una jornada corta pero algo es algo
para comenzar en Pre-Kínder. Cuando comenzó
se levantaba y me pedía su leche como de costumbre, y yo por su puesto se la
daba y con eso se iba a la escuela. A las 9:45 o 10:00 a.m le tocaba una merienda
que le ponía en su mochila. La maestra el primer día me dijo que el niño devoró
en pocos minutos todo lo que le puse y así sucedió por lo siguientes 4 o 5 días.
Le ponía 4 cosas entendiendo que eso haría el papel del desayuno. Entre ellas incluía
un pequeño sándwich de jamón y queso, un yogurt (o alguna fruta), un juguito, una
barra de granola y agua.
Entonces
me di cuenta que todos necesitamos un proceso de adaptación a una nueva
situación y que en este momento mi hijo necesitaba cambiar la rutina
sustituyendo la leche mañanera por un desayuno temprano y nutritivo y luego, ya
en su escuela, hacer una merienda más ligera. El desayuno es la comida más
importante del día y debería cubrir un 25% de las necesidades calóricas
diarias. Tantas horas de sueño en las que el cuerpo no ha tomado ninguna
“recarga” deben ser seguidas por un buen desayuno que incluya un lácteo,
cereales, fruta y algo de grasa en forma de aceite de oliva y proteínas con
embutidos no grasos. Era prácticamente lo que yo le estaba poniendo a mi hijo
pero no se lo estaba dando en la hora adecuada.
Aunque más
de la mitad de los niños no hacen un buen desayuno, y a los desayunos escasos o incompletos
se han de sumar todos aquellos niños que van al a la escuela sin desayunar por
diversas razones.
Esto puede
ser debido a la crisis económica en muchos países pero también a otros factores
porque muchas escuelas ofrecen el desayuno escolar, que es muy beneficioso para
las familias. Sabemos que muchos niños viven en condiciones deplorables en muchos de nuestros países y
aun así van a la escuela con hambre quizá hasta que regresen a sus hogares.
Pero también
veamos otras razones por las que, sin existir problemas económicos en casa, un
niño puede ir sin desayunar a la escuela.
¿Por qué van sin desayunar?
Según la Asociación
Española de Pediatría existen muchas razones por las que niños y adolescentes
no desayunan o no lo hacen correctamente, pero las que con más frecuencia
explican son las siguientes:
- Porque muchos no tienen sensación de hambre al levantarse de la cama.
- Por falta de tiempo para desayunar: las prisas matutinas. Esto es especialmente frecuente en los adolescentes.
- Para adelgazar, sobre todo las chicas.
- Porque prefieren almorzar durante el recreo, con sus amigos.
- A esto sumaríamos los casos de desayunos insuficientes o malos (incluyen comida chatarra y dulces, sin leche, jugos artificiales…).
Por
suerte, el tema de estar más delgados aún no atañe a nuestros hijos pequeños
(aunque ya podemos saber que es falso que saltarse el desayuno adelgace, al
contrario), pero sí podemos hacer algunas apreciaciones respecto a otros
puntos. ¿Se pueden cambiar?
¿Podemos hacer algo para que cambien de hábito?
Lo mejor es que, ante estos casos, sí existen maneras de cambiar el hábito y acostumbrarles a hacer un buen desayuno. Lo primero a tener en cuenta es que, desde que crecen y aunque no vayan al cole, la primera comida del día es fundamental.Si un niño se ha acostumbrado hasta los dos años a desayunar solo leche, nos costará más adelante cambiar ese hábito. Por eso hay que introducir un desayuno completo acorde a la edad del niño (una vez se ha establecido la alimentación complementaria), con menores cantidades, pero un desayuno completo.
Otra cuestión a tener en cuenta es que no podemos pretender que, después del verano, período durante el cual lo más probable es que los horarios se han flexibilizado y no hemos desayunado con prisas, de un día para otro se pueda cambiar radicalmente. Pueden ver el artículo Rutina del sueño al volver a la escuela.
Es normal que, sobre todo al principio, necesitemos más tiempo, para desayunar, para vestirnos, para preparar la mochila… Si el momento del desayuno es más relajado, se disfrutará más, y no se verá tanto como una “obligación”. Sabemos que es complicado (porque algunos días los desayunos se quedan a medias), pero hay que seguir intentándolo para llegar a cierta normalidad.
También darles tiempo para que entre el apetito, si es el caso de niños que no sienten hambre al despertar. Y si no queremos que vayan dormidos durante la mañana por haber madrugado, la solución es relativamente sencilla (con el debido proceso de adaptación): los niños han de acostarse más temprano.
Otro “truco” para que los niños no se vayan sin desayunar es que tengan un desayuno variado, y que tengan alimentos que les son gratos, Puede que al niño no le “gusten” muchas cosas, pero pensemos en la variedad de frutas, o de cereales (hablamos de pan sobre todo, pero también de galletas caseras; tomando en cuenta que los cereales industriales para desayuno no son demasiado aconsejables en exceso.
Si el niño viene con unos buenos hábitos desde pequeño, si está acostumbrado a probar distintos sabores y se le ha ofrecido variedad de alimentos, seguirá ampliando el abanico de sus comidas.
Por último, démosle tiempo, no forcemos, pensemos que si no se toman la fruta en el desayuno (o toman muy poquita) pueden completar la ración en el almuerzo que tomarán en unas pocas horas en la escuela. Pero nunca con el estómago vacío, porque durante esas horas que pasan sin llevarse nada a la boca el cuerpo está sufriendo carencias.
En definitiva, un buen desayuno es importante para el rendimiento físico e intelectual de los niños, por lo que debemos procurar que no vayan sin desayunar a la escuela. Esperamos que en unos días todos hayamos cogido el ritmo y consigamos que vayan preparados para la jornada escolar, y para todo el día.
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