Al hacer mercado, a los niños se les da por pedir todos
los dulces y juguetes que ven. Cuando la respuesta es no, empiezan a gritar y
patalear para lograr su objetivo.
En casa, cuando el niño hace pataletas usted simplemente
lo ignora y él llora hasta que se cansa. Luego viene el sueño por tantas
lágrimas y cuando se despierta es probable que ya todo esté olvidado.
Pero imagínese esta escena: mientras hace mercado, su hijo
va dentro del carrito y de pronto se obsesiona con un cereal de figuritas que
acaba de ver. Cuando usted se lo niega, porque no hay dinero y no se puede
comprar todo siempre, él lanza un quejido que llega hasta el sótano del
supermercado y empieza a llorar de la forma más inconsolable. Por supuesto,
usted pasa a ser la mamá o el papá más desnaturalizado del planeta.
¿Qué hace en esa situación?
A. Lo grita más duro para que él, asustado, se calle. b.
Lo baja del carrito y lo deja botado en el piso hasta que se canse de llorar. c.
Sale corriendo por la vergüenza que le produce la pataleta. d. Le da una
bofetada para que se controle. e. Ninguna de las anteriores. Respuesta. Si
usted eligió la opción ‘e’ está en lo correcto. A continuación expertos le
darán los consejos acertados para enfrentar esta situación.
Pasos por seguir en el supermercado
Volvamos a la escena del niño que grita mientras los
padres compran los víveres. Aunque en la mayoría de los casos se recomienda no
hacerle caso, en esta situación los padres deben mirarlo fijamente y decirle
algo como: “Yo no voy a hablar contigo en esos términos, cuando te calmes sí te
puedo escuchar”. El niño debe sentir que la mamá es la que manda.
Lo más importante es no ceder a las peticiones ante el
berrinche, porque lo que está haciendo es reforzar esa conducta agresiva e
inapropiada.
La sicóloga clínica Adriana San Martín señala que el niño
“siempre quiere tener satisfacción inmediata, tiene cero capacidad de espera y
de frustración. Cuando llega al colegio y nadie hace lo que él quiere se va a
frustrar, no va a poder con el nivel escolar y va a querer mandar. No va a
manejar autoridades, normas y va a tener problemas con la autoridad. Aunque en
la casa tenga reglas, en el colegio estas son mucho más claras”.
Entonces, ¿qué hago?
San Martín aconseja que cuando el niño está gritando, la
mamá debe “establecer límites que se deben poner sin dar explicaciones, ni ir
más allá. De manera que el niño sienta que la que manda es la mamá; pero a
nosotros nos da miedo mandar, ser fuertes y ejercer autoridad, frustrar al
niño, decirle cosas que lo puedan herir; por eso, nos manejan terriblemente con
el llanto.
La mamá empieza a dudar y a decir, ―pero por qué me voy a
agarrar de que no le compro el helado―. Esa fisura el niño la detecta
claramente y por ahí se ‘sube’ y es cuando tiene un poder enorme sobre
nosotros”.
Pero si se pone a gritar igual que el niño, le va a
dar un patrón de comportamiento errado. Si papá y mamá gritan, por qué no puede
hacerlo él.
En este caso, no se debe ignorar al niño como en la casa,
porque puede botarse al suelo, golpearse la cabeza, salir corriendo y atravesar
la calle o romper objetos. “No puedes desatender al niño, porque de pronto se
pierde, es más importante valorar la responsabilidad del cuidado que uno tiene
sobre la responsabilidad de que sea bien educado”, aconseja Franco.
El siguiente paso es contenerlo. Si es un niño más pequeño
hay que cargarlo y abrazarlo fuerte; si está en el coche, amarrarlo. Si es más
grande, la mamá puede sentarse en el piso con él, abrazarlo por detrás y pasar
una de sus piernas por el frente del cuerpo del niño para cerrarlo como
haciendo una llave.
“Cuando ya está más calmado, debe tener la capacidad de
contenerlo, de decirle no te puedo comprar eso. ¿Ya te calmaste, te
tranquilizaste? Acogerlo, después de la angustia con la que el niño queda tras
un episodio de esos. Y siempre decirle: te quiero mucho, yo puedo ponerme brava
contigo, pero siempre te voy a querer”, recomienda la sicóloga Adriana San
Martín.
Sin embargo, si el niño no deja de llorar se recomienda
retirarse del lugar, porque va a seguir cerca del motivo de lo que originó la
pataleta. Por último, los expertos recomiendan que por ningún motivo inflija un
castigo físico, porque el niño se va a sentir incomprendido, con rabia y con
mayor irritabilidad.
Todo tiene una razón
Este tipo de trastorno es más frecuente en hijos únicos,
en niños que han estado en riesgo de morir, que han tenido una enfermedad grave
o que simplemente sus padres son demasiado sobreprotectores.
Para Álvaro Franco, siquiatra infantil y de adolescentes,
hay dos razones probables para estas pataletas: “Puede ser un grito
desesperado, en busca de la atención que no le brindan, pero también lo hacen
para pedir algo que él quiere. Es diferente tener caprichos a buscar que le den
atención”, señala el siquiatra infantil Álvaro Franco.
Consejos para tratar a un niño ‘pataletudo’
Establecer jerarquías: los padres tienen que hacerle
entender al niño que ellos son los que mandan. No pueden obedecer cuando el
pequeño les dice: “tráigame algo”. Se les debe enseñar a que pidan el favor.
Cuando ellos sean autoritarios, los padres tienen que ignorar esas actitudes.
No deben rendirles cuentas a los niños: a veces, los hijos les preguntan a los
padres: “¿en dónde estaban?, ¿por qué no habían llegado? Esto significa un
cambio de roles a los que los adultos no deben seguirles el juego. Aplicación
de premio y castigo: si el niño tiene una conducta correcta y adecuada debe
premiársele, abrazarlo, besarlo, reconocer sus logros. Pero si no tiene la
mejor actitud, se deben ignorar sus conductas inapropiadas, ser indiferentes y
no sobreprotegerlos, es decir, permitirles que ellos hagan las actividades que
pueden hacer por sí mismos, sin su ayuda.
Papás preparados en todo lugar
Lo primero que señala el siquiatra infantil y de
adolescentes Álvaro Franco, es que cuando los adultos están bien capacitados
para manejar la situación, los buenos resultados se reflejan inmediatamente en
sus hijos.
Una pataleta como la que acabamos de nombrar, en el
supermercado o en cualquier sitio público, puede ser la extensión de no haber
controlado la situación a tiempo cuando se presentó en la casa. Los niños saben
que en un sitio lleno de gente, sus padres están impedidos para actuar de la
misma forma que en un ambiente privado, lo perciben y simplemente los
manipulan.
Esta conducta es absoluta-mente normal en todos los niños.
“Todos tienen dos etapas de conductas oposicionales, es decir, hacen lo
contrario a lo que quieren los papás; esto es absolutamente normal. La primera
va de los 2 a los 4 años y es cuando ellos tienen que demostrar que son unos
seres diferentes e independientes de sus papás. Ellos están aprendiendo a
hablar y uno muy orgulloso se encuentra con un amigo y le dice: -cuéntale cómo te
llamas – pero él se queda callado. Con eso está diciendo: “yo soy un ser
aparte, no hago lo que ustedes me dicen que haga”, explica. La segunda etapa,
dice el especialista, es la adolescencia.
Por Juliana Rojas HRedactora ABC del bebé.
Copiado de: HOLA MAMA!!!