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miércoles, 23 de octubre de 2013

Padres cariñosos, niños que no acosan.

Los padres cariñosos y comunicativos tienen menos riesgo de tener hijos que acosen a sus compañeros: este es el resultado del estudio realizado por la Encuesta Nacional de Salud Infantil en el 2007. Y es que parece absurdo dedicar tiempo y recursos a hacer estudios que demuestren algo tan lógico. Sin embargo, dado a que lo habitual es pensar que cuando das mucho cariño, muchos mimos, muchos besos, y mucho diálogo a un niño lo que logras es que el niño acabe siendo muy dependiente, muy dado a pensar que el mundo le pertenece y en consecuencia muy dedicado a seguir logrando lo que quiere, donde sea y como sea, creo que al final acaba siendo útil que se investigue para demostrar lo obvio.
Actualmente hay serio problema con el acoso escolar, sobre todo aquí en los EE UU, tanto como que se considera que el 15% de niños lo sufren. Muchos niños y adolescentes de entre 10 y 17 años acosan y maltratan a sus compañeros, riéndose de ellos, humillándoles y obligándoles a hacer cosas que no quieren. En la búsqueda de una causa que lo provoque, o de una causa que pueda prevenirlo, se estudiaron los datos del estudio que les mencioné, y vieron que los padres cariñosos, comunicativos, que conocen a sus amigos y que les ayudan con los temas escolares tienen menos riesgo de tener hijos acosadores.
La encuesta en cuestión obtuvo datos de más de 45.000 niños, así que supuso una inestimable fuente de datos para hacer este y otros estudios. En este, que se publicó en la revista American Journal of Public Health, vieron además que los niños de raza negra, de procedencia latina, con pocos recursos económicos o con problemas emocionales, del desarrollo o del comportamiento, eran más propensos a acosar a sus compañeros.
Además, los hijos de padres que estaban enfadados con sus hijos, los de madres con problemas de salud mental o de aquellos padres que pensaban que eran problemáticos, también parecían ser más acosadores.
Entonces, los investigadores se dedicaron a comparar a los niños que molestan a sus compañeros con aquellos que no lo hacen, y vieron que los niños que no acosan completaban sus tareas, eran más responsables y tenían padres que hablaban con ellos y que además conocían a sus amigos.
Los autores del estudio lo explicaron de la siguiente manera:
Un nivel alto de participación y comunicación de los padres con los hijos se asoció con menores probabilidades de perpetración de acoso […] Las evaluaciones de los programas basados en la escuela que buscan la participación de los padres han sugerido que esa participación podría ser un componente esencial de unas intervenciones efectivas, pero que con frecuencia es difícil de implementar.
Pues si hay que implementar se implementa, y si hay que hacer que los padres se impliquen más en la atención de sus hijos, pues se hace, o como mínimo se intenta. Es cierto que cuando un niño tiene ya 10 años o más, si sus padres no se han dedicado mucho a conseguir una relación de confianza y una comunicación sana con su hijo, se les va a ser difícil de cambiar, pero no imposible.
Dice un dicho que nunca es tarde si la dicha es buena, y basta con proponértelo para que los niños, que en el fondo lo que más necesitan es estemos con ellos y por ellos, empiecen también a cambiar y dejar atrás ese comportamiento que busca humillar y ridiculizar a los demás para que ellos queden, por la fuerza, en un nivel superior, ese que no han logrado en su casa porque de ahí han salido con una autoestima muy tocada.
Vía: Bebés y Más

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